Andrea Muniáin, Photogrammetric Pack at NAVESIERRRA, Madrid

“Photogrammetric Pack” by Andrea Muniáin, curated by Aida Salán and Guillermo Esteban, at NAVESIERRRA, Madrid, 10/10/2024 – 20/10/2024.


Photogrammetric Pack de Andrea Muniáin (Tudela, 1994) es una feria de giros que surge de interrogar al aparato fotogramétrico y de someterlo a un estudio crítico. NAVESIERRRA se complace en ser la primera parada tras su creación en el verano de 2023, como resultado de una residencia artística que la artista llevó a cabo en Gabarderal, Navarra. Allí, la instalación se dispuso de manera que las esculturas podían girar alrededor de cuatro figuras de animales de madera. Un búho, un lobo, un caracol y un águila esculpidos en lo que quedaba en pie del tronco de cuatro pinos que tuvieron que talarse por peligro de caída. Aplicar la fotogrametría a esas figuras le permitió a Muniáin explorar las implicaciones y el funcionamiento de una herramienta de escaneado que nos invita a reflexionar acerca de la concepción contemporánea de “virtual”. Fuera del ámbito digital, decir que una cosa existe virtualmente no significa decir que no exista, pero tampoco, simplemente, que es posible. Decir que algo existe virtualmente significa que otra realidad exterior condiciona su posible existencia, aún pendiente de consumarse. Un puente roto, o en construcción, dibuja virtualmente la continuación del arco que le falta para reunirse con la otra orilla. Reparar el puente, prolongar la curva que sugiere, es hacer existir esa virtualidad, cuyas condiciones vienen dictadas en parte por el trozo existente y en parte también por esa misma virtualidad, la cual es una entre muchas.1 Hace no tantos años, una “reunión virtual” únicamente hacía referencia al encuentro físico que se produciría dentro de un escenario hipotético -el puente con el otro lado, si se continuara la construcción-. Sin embargo, la tecnología que permite sumergirnos en un mundo digital donde interactuar en tiempo real, es ahora tan absolutamente cotidiana, que lo online se ha convertido en ese escenario hipotético por defecto y, por tanto, en la virtualidad más corriente. Es por eso que hablar de existencia virtual inmediatamente nos remite a una suerte de migración del plano físico al digital por medio de la tecnología; desde Teams a San Junipero, pasando por el escaneado y la renderización. La fotogrametría permite capturar objetos físicos mediante fotografías y obtener modelos digitales activos con los que especular. En la pantalla, las infinitas virtualidades formales del objeto pueden hacerse existir de manera inmediata, así como rectificarse al momento, tecleando otro comando. En otras palabras, la fotogrametría vuelve virtual lo virtual. Aunque no todo, pues solamente contempla el volumen superficial del objeto. El virtual-digital recorta así a lo virtual-físico, vaciándolo con cada giro, hasta obtener su volumen fantasmal en el dispositivo. La fotogrametría es solamente un lenguaje gráfico, y como tal, limitado, para poder expresar lo inacabado de la propia realidad. Porque por muy finalizado que parezca, todo está siempre envuelto en una nube de virtuales a modo de existencias potenciales. Todo en la realidad es, por tanto, un esbozo y no existen nada más que procesos. Un escenario que, visto así, nos recuerda a aquel cuento de Borges2, donde se describe un planeta imaginado llamado Tlön, para cuyos habitantes, el mundo “no es un concurso de objetos en el espacio” sino “una serie heterogénea de actos independientes. Es sucesivo, temporal, no espacial”. Un mundo donde no se contempla que haya cosas ni seres estables sino solamente actos concatenados. Apropiadamente, no hay sustantivos en el lenguaje de Tlön, sino únicamente verbos impersonales. “No hay una palabra que corresponda a la palabra luna, pero hay un verbo que sería en español lunecer o lunar”. En términos similares, Muniáin escribe “la imagen digital no existe en estado amorfo, solo es siendo forma”. En su doble condición de virtual, la fotogrametría parece recordarnos que la realidad ya de por sí está vibrando, atravesada por mil consideraciones. La migración digital únicamente filtra algunas resonancias escogidas. Y por eso, el centro de las esculturas móviles y tan ilustrativas de Muniáin mantiene, aún en su ausencia física, el eco de las figuras de los tocones que en su día rodearon. El cuento de Borges continúa explicando que en Tlön es habitual la práctica de la duplicación de objetos perdidos, que son no por ello menos reales, pero sí más ajustados a la expectativa, para gran regocijo de los arqueólogos. Esto “ha permitido interrogar y hasta modificar el pasado, que ahora no es menos plástico y menos dócil que el porvenir”. Y es que eso es lo que no debemos olvidar, que la representación de las cosas cambia las cosas mismas. El escrito termina diciendo que, con la misma facilidad que las cosas se duplican, “propenden asimismo a borrarse y a perder los detalles cuando los olvida la gente. Es clásico el ejemplo de un umbral que perduró mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a su muerte. A veces unos pájaros, un caballo, han salvado las ruinas de un anfiteatro”. Esta vez, son un búho, un lobo, un caracol y un águila de madera, quienes mantienen virtualmente a flote un bosque, en Gabarderal, Navarra.

Exhibition view: "Photogrammetric Pack", Andrea Muniáin, curated by Aida Salán and Guillermo Esteban, NAVESIERRRA, Madrid.
Exhibition view: "Photogrammetric Pack", Andrea Muniáin, curated by Aida Salán and Guillermo Esteban, NAVESIERRRA, Madrid.
Exhibition view: "Photogrammetric Pack", Andrea Muniáin, curated by Aida Salán and Guillermo Esteban, NAVESIERRRA, Madrid.
Exhibition view: "Photogrammetric Pack", Andrea Muniáin, curated by Aida Salán and Guillermo Esteban, NAVESIERRRA, Madrid.
Exhibition view: "Photogrammetric Pack", Andrea Muniáin, curated by Aida Salán and Guillermo Esteban, NAVESIERRRA, Madrid.
Exhibition view: "Photogrammetric Pack", Andrea Muniáin, curated by Aida Salán and Guillermo Esteban, NAVESIERRRA, Madrid.
Exhibition view: "Photogrammetric Pack", Andrea Muniáin, curated by Aida Salán and Guillermo Esteban, NAVESIERRRA, Madrid.

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